
Salvador Walter Barea, conocido como Batato fue ícono del movimiento. Las calles eran para él como un baúl donde un actor saca elementos para subir al escenario e interpretar sus personajes. Con un bolso enorme revolvía la basura en busca de su nueva utilería y nueva vestimenta. Tal vez, la moda no era lo que resaltaba en él, sino su poesía y la imaginación con la que subía al escenario. “Creo en todas las expresiones. Todo debe ser desechable, descartable como esta época”, expresaba Batato.
La creatividad de Batato , como se definía él "clown-travesti-literario", que en ese momento era una figura emblemática del Parakultural, llegó al Centro Cultural Recoleta en la primera Bienal de Arte Joven con una obra que ganó el primer premio en categoría teatro: Fabricantes de Tortas. La obra se presentó en la sala Cronopios, con el piso de cemento y sin butacas. Eran dos actores, el personaje de Batato era mudo, ambos deambulaban por la sala entre el público, que los seguía a donde iban.
Otra de sus presentaciones fue el ciclo Mitominas, “era un puesta con temáticas de mujer donde participaban mujeres de diferentes ámbitos, en el caso de Batato Barea con su travestimo poético y clownesco hacía una puesta literaria con textos de Juana de Ibarbourou y Alejandra Pizarnik”, cuenta Seedy González Paz.
Seedy Gonzalez Paz by Bel03
La última obra que presentó Batato en este centro cultural fue Las locas que bailan y bailan, en 1991. Seedy Gonzalez Paz , artista y amigo de Batato, participó en esta obra y cuenta que eran muchos actores, no del ámbito teatral, como la mamá de Batato , Nene Baché, que amasaba ñoquis en escena mientras que sonaba La Gorda ,de Rodolfo Zapata. Era una performance que hacía Batato en donde recitaba textos de Marosa Di Giorgio y de Oliverio Girondo junto a Humberto Tortonese y el grupo Los Brujos.
La última obra que presentó Batato en este centro cultural fue Las locas que bailan y bailan, en 1991. Seedy Gonzalez Paz , artista y amigo de Batato, participó en esta obra y cuenta que eran muchos actores, no del ámbito teatral, como la mamá de Batato , Nene Baché, que amasaba ñoquis en escena mientras que sonaba La Gorda ,de Rodolfo Zapata. Era una performance que hacía Batato en donde recitaba textos de Marosa Di Giorgio y de Oliverio Girondo junto a Humberto Tortonese y el grupo Los Brujos.
Según Omar Chabán, Barea se movía en el escenario absurdamente y no tenía ninguna continuidad, los tiempos de lo que hacía eran tiempos que fluían, no estaban atados a una lógica narrativa. Lo cierto es que Batato transito la ciudad dejando una estela de magia, “atacando” con sus creatividad lugares oficiales, como fue este rincón del glamoroso barrio de Recoleta.
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